Esta es la primera de cuatro historias sobre el “paramilitarismo cibernético” en México. La llamada guerra contra el narco con sus episodios de paramilitarismo se reproduce en las redes sociales.
Esta es la primera de cuatro historias sobre lo que llamamos “paramilitarismo cibernético” en México. Este fenómeno se encuentra ligado de cierta manera con la llegada de los Zetas y sus prácticas militares/paramilitares, que complican los esquemas de violencia y delincuencia organizada en México y que se intensifican aún más con la inclusión del ejército en tareas de seguridad pública.
La fuerte militarización en el país desde el sexenio de Felipe Calderón desemboca en enfrentamientos extremadamente violentos y decenas de miles de homicidios, al tiempo en que también se reporta la utilización de prácticas paramilitares en algunas regiones de la República Mexicana. La aparición de los Matazetas en Veracruz, la supuesta creación del grupo de “Los Rudos” en el municipio de San Pedro Garza García en Nuevo León, y el papel no muy claro del Estado en el conflicto en Michoacán con la aparición de grupos de autodefensa, son algunos ejemplos concretos de posibles acciones paramilitares en México.
Comprobar la existencia de paramilitarismo en el terreno real es sumamente difícil. Unos de los primeros problemas que se enfrentan para documentar este fenómeno tiene que ver con la definición del mismo. A la fecha existe un gran debate en relación con el significado del término; por ejemplo, se asocian al concepto de paramilitarismo varios términos tales como: milicias, escuadrones de la muerte, vigilantes, grupos de autodefensa, entre otros, los cuales algunas veces se refieren al mismo fenómeno, pero otras a “aspectos que están relacionados pero que difieren entre sí” (Kalyvas y Arjona, 2005: p. 26).
En lo que sí existe un consenso es en la participación efectiva del Estado. Sobre el grado o alcance de dicha participación y el tipo de acciones específicas del Estado continúa habiendo gran discusión, tanto en el discurso público como en la academia. En general, es posible afirmar que “los grupos paramilitares tienen a estar ligados al Estado y su actividad central es la producción de la violencia”. Entonces una definición adecuada del fenómeno se referiría a “grupos armados que están directa o indirectamente con el Estado y sus agentes locales, conformados por el Estado o tolerados por este, pero que se encuentran por fuera de su estructura formal" (Kalyvas y Arjona, 2005: p. 29).
Como se sugiere anteriormente, el conflicto en México en el marco de la denominada guerra contra el narco se reproduce en las redes sociales. Por consiguiente, existe la posibilidad de que los casos de paramilitarismo observados en el conflicto real se trasladen también al ciberespacio. En efecto, a través de un seguimiento puntual del desarrollo del conflicto en las redes sociales, es posible observar la presencia de prácticas paramilitares y de usuarios con perfil militar que no se asocian directamente a las fuerzas armadas, pero que, al parecer, mantienen un vínculo directo con el Estado.[1]
Al mismo tiempo, hay evidencia de la existencia de prácticas y actores paramilitares en el ciberespacio, y este fenómeno parece no estar restringido únicamente al ámbito local o nacional, sino que también recibe algunas influencias del exterior.
Influencias externas
Las agencias de seguridad estadounidenses han ejercido cierta influencia en el diseño e implementación de políticas de combate al narcotráfico en México y otras partes del hemisferio.[2]
Esto también parecería aplicar a las estrategias de guerra en el ciberespacio (Fielding y Cobain, 2011). Tácticas bien definidas y manuales recién filtrados dan cuenta de guerras cibernéticas con fines específicos de política interna o exterior, no solo en México sino en el resto del mundo (Greenwald, 2014; Fielding y Cobain, 2011).
No sabemos a ciencia cierta, ni podemos verificar el involucramiento de gobiernos extranjeros en la guerra contra el narcotráfico en México en tierra o en el ciberespacio. Lo que sí sabemos es que las agencias federales estadounidenses—de seguridad e inteligencia— han intentado en ocasiones infiltrar redes sociales o manipular a la opinión pública a través de técnicas que construyen discursos a modo, llegando inclusive a distorsionar la realidad y destruir reputaciones (Greenwald, 2014).
Por ejemplo, existen algunos reportes que señalan que el ejército de los Estados Unidos desarrolla programas para manipular sitios en redes sociales utilizando usuarios con personalidades falsas e influir en conversaciones vía Internet con objetivos de política exterior específicos. Se ha alegado inclusive la necesidad del uso de técnicas de contrainsurgencia en la red.
Este tipo de operaciones se han registrado en Medio Oriente y Asia Central con el fin de manipular a la opinión pública, limitar opiniones desfavorables y desalentar comentarios o reportes que no corresponden a los objetivos de política exterior de la potencia occidental (Fielding y Cobain, 2011).
Este tipo de prácticas parece haberse exportado a diversas partes del mundo, incluyendo a México, y consisten en: la creación de falsas personalidades en la red—conocidas por los usuarios de redes sociales como “sock puppets”, el uso de técnicas de espionaje en línea y manipulación de contenidos a través de una gran diversidad de mensajes enviados desde sitios no especificados en la red. Estas técnicas han contribuido a alimentar la violencia en el ciberespacio.
En el caso de México en los últimos años, dichas prácticas y el uso cada vez más avanzado de la tecnología en redes sociales han tenido una gran influencia en la ciberguerra contra el narco que, como se mencionó anteriormente, muestra algunos elementos de paramilitarismo.
Así, el paramilitarismo cibernético en México, es llevado a las redes sociales con las mismas técnicas ya conocidas y funcionales en otros contextos. En realidad, la estrategia paramilitar empleada en el mundo virtual en México es un terreno nuevo donde el anonimato juega un papel central, ante un nuevo escenario y laboratorio de pruebas de agencias de seguridad nacionales y quizás, gobiernos extranjeros.
Es posible identificar algunos elementos de paramilitarismo cibernético en México—y actores relacionados, cuyo origen y agendas no son claras, pero que dan cuenta de la participación del Estado y han tenido una presencia significativa en redes sociales, así como una influencia real en el desarrollo del conflicto en tierra y en las políticas de combate a la delincuencia organizada.
Estas prácticas parecen haber alimentado el terror y manipulado a la opinión pública en México en temas fundamentales. Así mismo, parecen haber funcionado como complemento a las estrategias de guerra implementadas en el terreno real en México en los últimos años.
El ciberparamilitarismo en México parece haber incorporado estrategias de desinformación en la web, especialmente en hashtags (#s) que reportan eventos de violencia.
Haciendo un seguimiento puntual en los últimos años de los reportes sobre SDRs y eventos relacionados con la delincuencia organizada en algunas plataformas clave en redes sociales, es posible reconocer algunos usuarios auxiliados por cuentas falsas que han venido sembrando notas y validando información manipulada o falsa a través de una red de usuarios que resultan ser parte de un mismo equipo.
Dicho grupo se presenta con una agenda no muy clara, pero que apunta a lo siguiente: sembrar miedo para validar la militarización de la lucha “anti-narco”.
A través de este proceso de verificación en redes sociales y con una agenda propuesta e hipótesis específicas en mente, se pueden apreciar algunos momentos clave de la ciberguerra e identificar cuentas específicas que hacen uso de “bots”—o perfiles falsos creados ex profeso—para generar la percepción de que la información de las cuentas creadas es confiable (Chuynews.blogspot.mx, 2013a: párr. 1).
La presente serie de historias (4 en total) analiza dos aspectos o momentos importantes de lo que aquí se denomina ciberparamilitarismo en México.
En primer lugar, se analiza la operación en redes conocida como “#OpCartel” que se llegó a atribuir, en un principio, al grupo de hacktivistas[3] de Anonymous.
Las siguientes dos historias analizan a detalle la participación de Valor por Tamaulipas, un popular usuario de redes sociales que maneja un aparente perfil ciudadano, pero que al mismo tiempo exhibe un comportamiento irregular que nos muestra algunos elementos de ciberparamilitarismo.
Cabe destacar que estos dos casos se desarrollan en regiones con una presencia importante del grupo criminal de los Zetas (Veracruz y Tamaulipas), cuya aparición y prácticas han justificado la militarización de la estrategia de seguridad en el país. Ambas operaciones parecen haber contribuido a sembrar el terror entre la sociedad mexicana—ahora a través de las redes sociales—y, por lo tanto, a la justificación de acciones drásticas por parte de las fuerzas armadas mexicanas.
Las dinámicas de la ciberguerra contra el narco terminan por complementar los esfuerzos y objetivos de una lucha armada al interior del país entre fuerzas del estado y delincuencia organizada. La última (y cuarta) parte de esta serie resume el proceso a través del cual la denominada guerra contra las drogas en México—que mantiene como uno de sus principales componentes la militarización de la lucha antinarcóticos—se intenta justificar también en el ciberespacio.
Aquí se describe el estado actual del paramilitarismo cibernético en el país y se describen los desarrollos más recientes en la ciberguerra contra la delincuencia organizada en México.
#OpCartel y la llegada del paramilitarismo a las redes sociales
La simulación de perfiles ciudadanos y sociedades anónimas pro-libertad y activismo fue visible en la campaña gestada en Twitter en Veracruz atribuida, en cierto modo, al grupo Anonymous[4] y denominada “Operación Cartel” u “#OpCartel”.
Esta operación reflejaba los planes del grupo para exhibir a los miembros y otros personajes asociados al grupo de los Zetas en represalia por el supuesto secuestro de uno de sus miembros. Según esta versión, dicho secuestro se había llevado a cabo en Veracruz durante la operación denominada PaperStorm, en una protesta callejera donde se repartía material gráfico en las calles (Genbeta.com, 2011).
El día 6 de octubre de 2011, el grupo de hacktivistas hace la denuncia mediante un video en la plataforma de YouTube y algunos días más tarde amenaza con publicar una lista de funcionarios vinculados al grupo delictivo si no se liberaba a la persona secuestrada a más tardar el 5 de noviembre (Schiller, 2011).
Cabe destacar que no existe a la fecha ninguna evidencia de que el secuestro haya sido real (Leyden, 2011).[5]
A algunos días de aparecer el video de Anonymous, se registran también, según notas de medios, una serie de hackeos y amenazas por parte de un supuesto grupo de Zetas a blogs que reportan acciones de la delincuencia organizada. Por ejemplo´, el 26 de octubre aparece el siguiente mensaje en las redes sociales: “Esto les va a pasar a todos los blogs que informan lo que pasa en Veracruz (MUNDONARCO.com y Blog del Narco son los siguientes). Pónganse ver…atte. Los de la letra Zzzzz” (Netmedia.com, 2011b).
Estas acciones podrían considerarse como una contraofensiva por parte de los Zetas en lo que sería una de las primeras batallas de la guerra contra las drogas en el ciberespacio. Cabe destacar que dicha confrontación vía electrónica parece tener más que ver con un esfuerzo de censura en redes sociales que con un enfrentamiento real entre grupos de ciudadanos y delincuencia organizada.
En realidad, a través de las acciones antes mencionadas, se intenta sembrar el terror entre la comunidad virtual independiente, pues la amenaza viene ahora de los grupos criminales, quienes—según los diferentes mensajes que circularon en la red en esos días—son capaces de secuestrar activistas y tomar represalias ante cualquier intento de denuncia o defensa por parte de la sociedad civil.
En el desarrollo de esta historia, y contribuyendo también a la dinámica antes mencionada, encontramos a medios formales tanto mexicanos como extranjeros.
La consultora en materia de seguridad estadounidense Stratfor—que tuvo en su momento un papel importante en la construcción del discurso sobre la guerra contra las drogas en México—participó también en el marco de lo que fue la Operación Cartel, emitiendo una alerta a finales de octubre sobre las posibles consecuencias de que Anonymous filtrara información de personajes ligados a los Zetas. Es interesante la participación de esta empresa consultora pues su reporte se basa en información sin confirmar.
De acuerdo con Stratfor, si Anonymous es capaz de elevar la efectividad de sus operaciones en línea para denunciar a los carteles, esto colocaría a sus miembros como objetivos claros de ataque por parte de la delincuencia organizada. La empresa incluso afirma que “ha visto reportes de que los Zetas se encuentran colocando a sus propios equipos de expertos en computación para monitorear a aquellos individuos involucrados en alguna campaña virtual anti-carteles, lo cual indica que el grupo criminal se está tomando esta operación muy seriamente.” Así, según Stratfor, “aquellos individuos involucrados podrían enfrentar el riesgo de secuestro, daño físico o la muerte—juzgando la forma en que los Zetas han reaccionado ante amenazas en el pasado (Leyden, 2011; párrs. 6 y 7).
El 30 de octubre de 2011 inicia formalmente #OpCartel con un mensaje que invita a los activistas de Internet a participar en la operación para publicar información sobre los temidos Zetas.[6] Los primeros tuits a los que aún se tiene acceso datan de esa fecha y, en el inicio, participaron en su gran mayoría (casi al cien por ciento) usuarios de habla inglesa. #OpCartel parece haber sido impulsada por perfiles que operaban desde en el extranjero, con el apoyo de medios de comunicación nacionales e internacionales. Curiosamente, algunos de estos medios se había autocensurado en el tema de la violencia por la guerra contra el narco en México, pero en ese caso tuvieron una participación muy activa.
La primera acción de los activistas de Anonymous fue el supuesto hackeo a la página web del ex-fiscal federal del estado de Tabasco, Gustavo Rosario (http://www.gustavorosario.com/)..[7] Cabe señalar que previamente ya existían algunas denuncias en Internet sobre su relación con la delincuencia organizada; en particular se hablaba de su apoyo al grupo de los Zetas (Excélsior, 2011). Por lo tanto, la denuncia de Anonymous no era algo nuevo; no se estaba develando información original.
A las pocas horas de anunciarse el inicio de Operación Cartel, la campaña se hace viral con el apoyo de medios nacionales e internacionales. Durante tres días de difusión masiva en medios nacionales y extranjeros, la comunidad cibernética sigue el pulso de lo que parecía una gran novela, cautivando a una gran audiencia. Sin embargo, la operación parece no resultar exitosa pues se observa una gran desorganización entre sus integrantes y al final no hay un consenso entre los mismos participantes. La organización de Anonymous a nivel internacional duda incluso en sumarse a #OpCartel en cierto momento y comienzan a darse en el ciberespacio una serie de declaraciones contradictorias.
Declaraciones contradictorias al interior del grupo de hacktivistas derivaron en la revisión y reevaluación de #OpCartel en lo general. Muchos comenzaron incluso a cuestionar si un miembro de Anonymous había sido en realidad secuestrado en Veracruz. No hacía mucho sentido, para otros, que se declarara un ultimátum demandando la liberación de una persona sin nombre y sin mención alguna a la fecha del supuesto secuestro; tampoco existía un reporte policiaco de la persona desaparecida y asociada a la Operación PaperStorm—evento organizado en Diciembre de 2010 y Marzo de 2011, según la información mencionada en el video de YouTube (Leyden, 2011: párr. 9). Algunos se refieren a la Operación Cartel (#OpCartel) como un “fraude”, un “engaño” (hoax en inglés) y llegaron a publicar sus dudas y expresar su fuertes críticas en las redes sociales en su momento. Es interesante leer algunos de estos comentarios
Continúan las contradicciones y desacuerdos en este proceso, y el 31 de agosto se filtra al diario Milenio, en exclusiva, un comunicado donde Anonymous-México advierte del riesgo a los usuarios al realizar denuncias por no tener los conocimientos técnicos suficientes y anticipa una posible cacería de miembros de la comunidad por parte de los Zetas.[8] En ese comunicado y a través de distintos mensajes por redes sociales, se pide a los usuarios interesados en participar en Operación Cartel que, por su seguridad, envíen la información a Anonymous directamente.
La agrupación entonces, de manera centralizada, se encargaría de difundirla. “A través de su blog oficial, el grupo explicó que para la planeación de la operación [habían] habilitado un widget[9] en el que recibirán las denuncias de los internautas” (Netmedia.com, 2011a: párr. 5). Estas acciones nos pueden llevar a pensar en un esfuerzo por monopolizar los reportes sobre SDRs y acciones de la delincuencia organizada. A través de #OpCartel se envían mensajes claros a los usuarios en redes sociales: “no te arriesgues”, “no denuncies”, “no participes”; todo esto, por el peligro que representa una confrontación con la hiperviolenta organización de los Zetas.
Después de este intento por concentrar la información y monopolizar el envío de reportes sobre delincuencia organizada en México se dio fin a #OpCartel mediante la liberación del supuesto secuestrado. Finalmente, mediante un comunicado, el día 3 de noviembre se difunde que ha sido liberado el miembro de Anonymous secuestrado y que trae un mensaje de los zetas a la comunidad (El Universal, 2011).
Una vez finalizada la Operación Cartel continúan las dudas respecto a su legitimidad y a la veracidad de los hechos como los comunica Anonymous, medios formales y redes sociales. Muchos se plantean la posibilidad de que todo haya sido un montaje, un fraude. En realidad, los Zetas siempre habían operado de manera distinta en ocasiones pasadas. Esta organización se había caracterizado por la ejecución y desmembramiento de sus víctimas con el fin último de enviar un mensaje a sus adversarios—considérese, por ejemplo, el caso de la Nena de Laredo donde el mensaje es para los usuarios de redes sociales que reportaban eventos relacionados con la delincuencia organizada. La reacción del grupo criminal con los miembros de Anonymous seria atípico de ellos, pues en esta ocasión actúan de forma benevolente, mandando un mensaje de viva voz. En cualquier otra ocasión, los Zetas hubieran dejado a un activista descuartizado, y no lo liberarían con un mensaje para transmitirlos a los medios de comunicación.
Termina #OpCartel y la revelación sobre personas ligadas a los Zetas nunca fue hecha pública. Se desconoce el uso que se dio a la información recopilada por Anonymous-México en esos tres días a través del blog que crearon para concentrar reportes sobre violencia y delincuencia organizada por usuarios de redes sociales independientes. El único nombre que el grupo de hacktivistas filtró fue el de Gustavo Rosario, a quien también supuestamente le hackearon su blog, vinculándolo con el grupo de los Zetas.
Sin embargo, algunas denuncias de una supuestas relación entre Rosario y la delincuencia organizada ya se habían realizado a través de la PGR desde el 2008, por lo que, como se dijo anteriormente, no se descubrió nada nuevo.
Cabe destacar que la página de Internet/blog de Rosario ya no sigue activa,[10] mientras que su perfil de Twitter (https://twitter.com/gustavorosariot o @gustavorosariot) no volvió a ser utilizado y solo muestra actividad los días 27 y 28 de octubre de 2011. Dicha cuenta fue creada el 3 de agosto de 2011, pocos días antes de que comenzara #OpCartel (y tres días antes de que apareciera el video de YouTube de Anonymous denunciando el supuesto secuestro en Veracruz).
Lo anterior nos puede llevar a cuestionar si la cuenta fue creada por el mismo Rosario o quizás por alguien más; quizás haya sido otro montaje con el fin de hacer más creíble parte de la Operación Cartel
La aparente farsa de #OpCartel se alimentó con lo que fue una falta de rigor periodístico por parte de medios nacionales e internacionales, quienes difundieron y dieron por hecho una amenaza que se comunicó por redes sociales sin verificar su autenticidad. Inclusive se dió por cierta la aparición de Heriberto Lazcano en las redes sociales como parte de esta saga—siendo que el perfil de este líder criminal en Twitter era bastante burdo, y parecía como creado únicamente para sembrar el miedo entre la comunidad virtual.
A diferencia de las muertes de periodistas que se habían venido dando en forma masiva en diversas partes del país, se dio una gran difusión a las notas relacionadas con la Operación Cartel por parte de la prensa nacional e internacional. Incluso Stratfor, el Huffington Post y el diario inglés The Guardian dieron una amplia cobertura a lo que pasaba en ese momento en las redes sociales en México en el marco de la guerra contra las drogas.
No obstante el aparente montaje en lo que fuera #OpCartel, es posible apreciar su importancia en diversos frentes. Dicha operación hace su aparición en un terreno nuevo, las redes sociales, y aparentemente forma parte de una estrategia más amplia. Asimismo, puede pensarse este ejercicio como una especie de experimento de laboratorio, que incorpora operaciones de inteligencia y contrainteligencia, y que tiene como objetivos, entre otros, monopolizar el envío de reportes sobre violencia y delincuencia organizada, además de censurar indirectamente activistas en el ciberespacio.
A través de la Operación Cartel se pudo haber intentado ejercer la censura en medios electrónicos, además de realizar un mapeo de activistas, es decir, monitorear su actividad y ubicación en lo que podría considerarse como un ejercicio de inteligencia en el ciberespacio. Por un lado, se siembra el miedo a través de diferentes mensajes: el supuesto secuestro de un hacktivista, la amenaza de los Zetas a la comunidad virtual y el comunicado de alerta por parte de Anonymous buscando centralizar las denuncias y reportes sobre delincuencia organizada. La censura en este caso se ejerce de manera indirecta, con el terror que dichos mensajes siembran entre la comunidad virtual.
#OpCartel al final podría haberse diseñado para limitar la participación ciudadana en redes sociales y lograr un cierto monopolio de reportes por parte de un grupo—Anonymous, quien si se llegó a vincular con alguna agencia gubernamental (nacional o extranjera) estaría operando como un grupo paramilitar en el ciberespacio.
Dicho monopolio de reportes serviría también para generar inteligencia sobre activistas en Internet y medir qué tipo de información nos puede proporcionar la gente que está activa en las redes sociales, es decir para hacer una radiografía de contenidos y perfiles de activistas. En resumen, con #OpCartel, Anonymous se estaría generando inteligencia sobre activistas y contrainteligencia para contener y controlar el flujo de información.
Adicionalmente, queda abierta la posibilidad de que el grupo de Anonymous en México haya operado, involuntariamente, como grupo paramilitar, es decir, vinculado con una agenda de Estado y operando, en cierta manera, de la mano con agencias de gobierno (nacionales y/o extranjeras).
Es posible que Anonymous fuese usado o infiltrado para la censura en redes sociales, generando al mismo tiempo una sensación de terror entre la comunidad virtual, quien se sentía más segura reportando en línea que haciéndolo en tierra. Esta sensación de terror generalizado, tanto en tierra como en la web, tendría efectos sobre la opinión pública que justificaría en última instancia la militarización de la estrategia de seguridad en México y legitimaría las acciones del Estado mexicano en una situación de aparente crisis a todo lo largo y ancho del país—inclusive en el ciberespacio.
El elemento paramilitar en #OpCartel nos se limitaría a sus vínculos con el Estado mexicano. Cabe la posibilidad de que en la operación participaran también agencias extranjeras al mismo tiempo—apoyando al gobierno de México o dictando alguna línea en el manejo de la estrategia de seguridad (con la información obtenida al momento, esto no puede verificarse). Es preciso recordar la muy significativa participación que en #OpCartel tuvieron la comunidad virtual de habla inglesa, la prensa extranjera, y muy en particular, la consultora de seguridad estadounidense Stratfor.[11]
Otro detalle interesante es el relacionado con Sabu, un activista miembro de Anonymous de gran reputación, que estuvo presente en #OpCartel (Leyden, 2011). A través de su cuenta de Twitter (@Anonymousabu) Sabu—cuyo nombre real es Héctor Xavier Monsegur—se había convertido en una especie de vocero de este grupo de hacktivistas. Sin embargo, se conoce ahora que Sabu, para entonces, era informante del FBI.[12] De acuerdo con información de Fox News, el hacktivista fue arrestado en el verano de 2011 y declarado culpable de doce cargos en agosto, poco antes del inicio de #OpCartel (Chen, 2012).
En un tuit memorable, justo en los momentos más críticos de la Operación, Monsegur (alias Subu) dice lo siguiente: “#OpCartel está más viva que nunca y como lo he dicho a otros en privado, la guerra en contra de la corrupción se encuentra en ambos lados del espectro. Vamos a la GUERRA” [en inglés: “# OpCartel is more alive than ever and as I told others in private, the war against corruption is on both sides of the spectrum. We are going to WAR!”] (Leyden, 2011: párr. 8).
La evidencia recopilada durante toda la operación y en años posteriores a la misma, nos lleva a concluir que quizás el grupo de hacktivistas Anonymous operó en México, de manera involuntaria, como una organización de corte paramilitar en una operación de falsa bandera. Es posible decir que fueron los primeros paramilitares en Internet involucrados en el caso mexicano y vinculados a la denominada guerra contra las drogas en este país.
Las cuentas y perfiles generados como parte de la Operación Cartel en México, así como las tácticas utilizadas para manipular a la opinión pública y ejercer la censura en redes sociales—incluyendo los montajes en línea y la creación de “sock puppets”—nos recuerdan a las acciones que se incluyen en manuales recién filtrados y otros documentos sobre guerras cibernéticas creados por potencias extranjeras con fines específicos de política exterior (Greenwald, 2014; Fielding y Cobain, 2011).
En conclusión, es posible decir que #OpCartel pudo haber sido el primer experimento de laboratorio de inteligencia militar en redes sociales—es decir, una operación virtual de corte paramilitar en la práctica—relacionado con la guerra contra el narco en México. La Operación concluye a principios de noviembre de 2011 para pasar a una siguiente etapa en la ciberguerra contra la delincuencia organizada que se libra en el país. Cabe destacar que dicho experimento estuvo relacionado muy particularmente con el grupo criminal de los Zetas,[13] organización de reciente creación, de orígenes militares, que utiliza tácticas de corte militar, y que con su presencia ha generado respuestas de corte paramilitar en algunas regiones del país (Veracruz y Nuevo León, por dar algunos ejemplos)—al grado que varios analistas los han considerado una agrupación delincuencial paramilitarizada (Correa-Cabrera, Keck y Nava, 2015).
Cabe destacar que la aparición de paramilitares en Veracruz ocurrió tanto en el plano real como en el virtual casi de manera simultánea. Recordemos que a finales de septiembre de 2011 aparecen los llamados “Matazetas” en un video después de arrojar decenas de cuerpos en las calles de Boca del Río, Veracruz (Animal Político, 2011a). Según algunos analistas y periodistas, la forma de operar de este grupo y de comunicar su mensaje contenía algunos elementos de paramilitarismo (De Córdoba, 2011).
Este evento se da los días 21 y 22, cuando aparecen 49 cadáveres con la firma de los Matazetas como sus ejecutores: La operación se lleva a cabo supuestamente por miembros del brazo armado del Cartel de Jalisco Nueva Generación, quienes operaron, según informes de diversos medios, con estructura y tácticas de corte paramilitar, así como con un manejo de medios y redes sociales sofisticado, del tipo corporativo. La Operación Cartel se da pocos días después y tiene como epicentro también al estado de Veracruz y, como supuesto objetivo, a los Zetas.
NOTAS:
[1] Se menciona, por ejemplo, que este podría haber sido el caso de Nuevo Laredo en Vivo, blog en el que participaba la Nena de Laredo. Para algunos, este sitio que lucía “logos y números de teléfono del ejército, la marina y la policía federal” podría haber pertenecido al gobierno federal (Vargas, 2012; párr. 12). Para la periodista mexicana y miembro de la organización Periodistas de a Pie, Marcela Turati, Nuevo Laredo en Vivo parecía no ser un “blog neutral” sino más bien un sitio donde se denunciaba la ubicación de miembros de la delincuencia organizada y “donde la policía federal y los militares [hacían] propaganda” (Vargas, 2012; párr. 15). En este mismo sentido, Turati menciona que un especialista le dijo que el blog “era un portal de corte paramilitar.” La “IP no está en México” y “no hay forma de rastrear” por lo que lo “debe haber hecho alguien que sabe mucho de tecnología”. Y, según la periodista, “si el sitio lo creó el Ejército … parece gravísimo que no se haya ocupado de proteger a sus editores o moderadores, y menos a los ciudadanos que allí colaboran” (Vargas, 2012; párr. 17).
[2] Es difícil determinar el grado de esta influencia, sin embargo el fenómeno es visible a través de los programas de cooperación antinarcóticos tales como el Plan Mérida, el Plan Colombia, o la Iniciativa Regional de Seguridad para América Central (CARSI, por sus siglas en inglés), los cuales han sido diseñados mayormente en los Estados Unidos.
[3] El “hacktivismo” es el uso de herramientas digitales y participación masiva en redes sociales con un fin político. Los hacktivistas se desempeñan como activistas políticos en el ciberespacio.
[4] Anonymous es un grupo de activistas que operan en Internet. En su origen pareciera ser que fueron activistas “de a pie” que pasan a las redes sociales, donde la mejor arma que tienen es el anonimato. Actualmente, sus agendas están en cierta manera relacionadas con algunas agendas de grupos de activistas de a pie, o bien operan de la mano con estos para ciertos fines específicos; algunas veces son utilizados incluso como grupos de choque. Anonymous hace solo activismo virtual y puede decirse que son un grupo de hackers y activistas—o mejor dicho, de hacktivistas. El hacktivismo tuvo su auge hace algunos años en distintas partes del mundo y estas tendencias llegan con cierto retraso a México, donde grupos como Anonymous no han tenido una influencia determinante en política y más bien aparecen en las redes sociales como una moda y en espacios cortos de tiempo. La comunidad de Anonymous-México opera básicamente en estados del centro y sur del país; se dedican al desarrollo de software libre, seguridad digital y se conducen con una ética neozapatista.
[5] Inclusive, Anonymous-México desestimó este evento, pues no existía en ese momento una comunidad vinculada a este grupo en Veracruz y no se tenía registro alguno de este tipo de campañas. Es importante mencionar que esta comunidad de hacktivistas realiza reuniones periódicas para compartir conocimientos, por lo que muchos de sus miembros se conocen y están al tanto de las actividades de cada lugar en los que tienen presencia.
[6] El tuit principal con la invitación a participar fue borrado (https://twitter.com/anonops/statuses/130633138132107264), pero la cuenta que subió el post continúa activa (https://twitter.com/anonops). Al igual que este mensaje, una serie de notas y videos relacionados con la Operación fueron eliminados de la red. No obstante lo anterior, para la realización de la presente investigación, aún fue posible acceder a múltiples tuits e información sobre #OpCartel en blogs y otros medios formales de información. Aquí presentamos algunas capturas de la información recopilada.
[7] El 26 de Septiembre de 2011 aparece en YouTube el video de un corrido inspirado en Gustavo Rosario donde se le presentaba como protector de los Zetas https://www.youtube.com/watch?v=1UL2TAIBWjI.
[8] Cabe destacar que la nota original fue eliminada y no se puede acceder a ella actualmente por medio de la página de Internet del periódico Milenio.
[9] Los widgets son pequeñas aplicaciones que proveen al usuario de información visual y permiten acceder a ésta fácilmente.
[10] La página permaneció activa años después del incidente. El 28 de noviembre de 2012, el dominio de la misma se pone a la venta, la cual se realiza hasta 2013. La página se convierte entonces en un sitio especializado en juegos de video: https://web.archive.org/web/20140209072211/http://www.gustavorosario.com/.
[11] Es probable que el grupo de Anonymous—al verse involucrado en una operación de falsa bandera donde su nombre fue utilizado para apoyar una agenda específica ajena a la de ellos—decidiera actuar en consecuencia. Esto puedo haber motivado una venganza por parte del grupo en contra de la empresa Stratfor, quien sufrió un hackeo en diciembre de 2011 por usar la marca de Anonymous en #OpCartel (Norton, 2013).
[12] De hecho, se dice que la agencia misma le proporcionó una laptop y servidores, así como una lista de objetivos que incluía gobiernos en el extranjero (Norton, 2013).
[13] Otro experimento que también involucró al mismo grupo de hacktivistas y a los Zetas tuvo lugar en Ciudad Acuña, Coahuila con la formación del capítulo Anonymous Free Acuña, quienes se dedicaron por un tiempo a denunciar las actividades de los Zetas en esa ciudad y los vínculos de este grupo con políticos locales ligados al Partido Revolucionario Institucional (PRI) (Buch, 2013).
*Este trabajo se realizó con la colaboración de @MrCruzStar es periodista ciudadano, usuario de redes sociales y pionero en el uso de Twitter para reportar situaciones de riesgo (SDRs) en Tamaulipas.
**Un agradecimiento muy especial a Shannon Young por sus sugerencias y comentarios que fueron clave para la elaboración de este texto.
***Guadalupe Correa-Cabrera es Profesora Asociada y Directora del Departamento de Gobierno en la Universidad de Texas en Brownsville.
publicado originalmente en spleenjournal.com
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